La verdad es que nunca sabremos la verdad. Tenemos evidencia, posibilidades, indicaciones—a veces hasta admisiones y testigos. Pero la verdad nunca se conoce con tal certidumbre que podamos poner a un lado la fe de lo que creemos. La vida casi nos demanda mas de esto y menos de aquello. Al fin, tenemos que decidir de que lado estamos. Y no siempre estamos de nuestro propio lado.
Al principio, Dios creó al mundo y puso sobre él a dos que por amor o instinto, o los dos, lo poblaran con multitudes. Y con sus números aumentaron sus habilidades. Y un día construyeron una torre y Dios les castigó su orgullo. Pero no aprendieron la lección y hasta hoy todavía sufren la fuerza de sus habilidades controladas por tal orgullo.
No muy lejos del lugar donde esos dos primeros aparecieron, junto a un río de poca distinción, esta una tierra que, cotizada altamente por los habitantes del árido desierto, se convirtió de paraíso a tesoro y por lo tanto botín, premio de guerra, símbolo de triunfo. Con el tiempo, la importancia que al principio se debía solo a la fertilidad de la tierra fue transferida por tradición a patrimonio y la tierra que por muy cara era todavía tierra se convirtió en herencia, que vale mas por tradición que por tesoro. Vale más la carne muerta y la sangre que la fertiliza que la tierra misma.
Y unos se dieron la idea de que eran los favoritos de Dios, idea que fue ganando mas creyentes en las multitudes al ver triunfos militares en todos los frentes. Cuando por fin empezaron a perder, la idea de ser los favoritos de Dios era ya parte del mismo patrimonio, y buscaron ideas, teorías, posibilidades y explicaciones por cada derrota. A cierto punto, esto cambió de “favoritos” a “escogidos” y con eso tomaron mayores responsabilidades sociales, adjudicándose a si mismos el peso de toda la humanidad. Y construyeron mas y mejores templos a su Dios, al cual le habían agradecido ser sus favoritos pero a quien recriminaban ahora el ser sus escogidos. Llegaron a pensar que con tal responsabilidad deberían haber muchas ventajas, pero siglo tras siglo no las veían y terminaron convirtiendo tanto amor en tanta culpa, esperando interminablemente que cambiara la marea, pensando que llegaría un hombre un día a guiarlos de regreso al rebaño del Señor.
Cuando todavía no habían empezado a ganar, cuando eran todavía los favoritos, cuando todavía no tenían patrimonio, herencia, madre patria, escogieron una pequeña ciudad en una loma para poder defenderla de los muchos enemigos que ya vivían en esa tierra. Cuando la conquistaron, construyeron muros de protección, fortaleciendo el área contra cualquier ataque. Y así vivieron muchos años, pero al fin perdieron. Unos que vivían donde la torre original fue construida, por la cual Dios los castigó a todos, cuyo orgullo los llevo igualmente a triunfos tremendos, alcanzaron a los favoritos de Dios, y por motivos que solo El sabe, los extranjeros ganaron.
¿Cuanto tiempo toma para que los conquistadores dejen de ser extranjeros? Cuando los nuevos extranjeros llegaron, los favoritos, que ya no eran extranjeros, sufrieron la destrucción del templo—que unos dirían fue su propia torre, pero otros dirían la mera sugerencia de esa idea es herejía.
Pasando el tiempo, lo reconstruyeron, mas impresionante aun que el primero. Pero el segundo templo también fue destruido por nuevos invasores. Esta tierra, tan pequeña y tan retirada de la civilización sufrió miles y miles de años de guerra… y aparentemente así seguirá. Solo una pared queda de este segundo templo, donde todavía lloran, rezan, y dejan rollitos de papel donde han escrito sus deseos y peticiones como a un rey ausente que no tiene tiempo de atenderles ya. Ya no son los favoritos, sino los escogidos, señalados como muestras, ejemplos si no ejemplares de la humanidad. Rezan y rezan y rezan y rezan, pidiendo no sé que a un Dios que los ha degradado. Pero por lo que sea, volvieron. Ya tienen su tierra otra vez, pero como siempre es bajo balas y maldiciones. Pobre gente que ni en su tumba encuentra paz. De acuerdo a su propia historia, todavía les falta mucho sufrimiento. Y ahora construyen otra pared—la que les queda no es suficiente.
Es fácil, para los que sé sienten atacados tanto y tan a menudo, atacar antes de considerar lo que cada ataque implica—y eso va para los dos lados. Al fin de la historia, la búsqueda de la paz causa mas muerte que la búsqueda de libertad—y las dos combinadas son demasiado.
Y sin embargo, se mueve.
¿Quién, con sus pies en tierra firme, puede creer algo tan insólito? No sé mas de historia que de ortografía—pero sé cuando algo me da mal sabor en la boca. Esta paz que buscan hoy es un trago amargo, pero es uno que no pueden evitar. ¿Estaríais dispuestos a dar la vida de vuestros hijos—sin venganza—para que vuestros nietos vivan en paz? Después de tanta muerte, ¿Quién puede pedir tanto? ¿Cuántos millones de almas son suficiente paga por unas cuantas millas cuadradas de arena y sal?
Solo Dios sabe la verdad, y como de costumbre, cuando me habla, no le hago caso.
Digo yo, (y ¿Quién soy yo?) que la pared que hacen hoy será, al final, un simple símbolo del odio que tratan de evitar, un blanco mas con el cual practicar, culpa y pena (letra escarlata), y no insignia roja de valor. Es un paso atrás, que aunque necesario—si lo es—es también dañino, doloroso, culpa y pena. Ojala y no tenga yo la razón. Ojala y sea esta otra vez en que me equivoqué terriblemente. Ojala.
La verdad, no sé.
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1 comment:
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